24 de marzo de 2012

TEATRO | "La Virgencita del mal paso" de Rodrigo Cuesta | Parte de la religión

Por Fernanda Vivanco

En Córdoba, en la sala de El Cuenco Teatro ocurrió un pequeño milagro (o algo así). La Virgencita del Mal paso, tercera obra seleccionada del Programa Teatres de la Municipalidad de Córdoba, cuenta una historia que reescribe el mito que en el catolicismo se define como aparición mariana o de la Virgen María, contando en tono de humor la aparición de una Virgen que anuncia acontecimientos desgraciados y fatales venideros a una jovencita llamada Fátima, que vive en un pueblo perdido en el mapa llamado Mal Paso. 

No es la primera vez que Rodrigo Cuesta se mete con la religión, uno de los temas considerados tabúes para nuestra sociedad. Ya asumió el riesgo en ocasión de dirigir al elenco de la Universidad Nacional de Córdoba con Kidushín, el tercer socio, una historia de enredos protagonizada por dos amigos judíos que fundan una mini empresa llamada el Imperio “Rodados Shalom”, y que a posteriori deciden casar a sus hijos, desatando una trama llena de guiños cómicos para con la comunidad, las costumbres y la historia judía.

El director ha logrado una vez más dejar su impronta en esta ocasión, al igual que en las últimas producciones que ha dirigido. Se puede reconocer en sus guiones una estructura dramatúrgica aceitada y enriquecida por la dramaturgia de los actores, y un código humorístico que aloja un dialecto propio de signos lingüísticos- gestuales al que responden con organicidad tanto los actores del elenco del Cuenco como los invitados, en este caso la histriónica Cokó Albarracín quien encarna a Fátima.

La joven Fátima tiene premoniciones de muerte a su alrededor. Inmediatamente después de cada premonición, la Virgen emerge ante sus ojos en un estallido de música y luz celestial que parodia la escena de Cenicienta y la aparición de su hada madrina de Disney. En su última visión, la joven presiente su propia muerte y la Virgen todavía no ha aparecido. Mientras tanto, en un taller de costura, Caridad (desopilante actuación de Ana Ruiz) y su equipo de costureros -compuesto por personajes almodovarianos: un jóven que está embarazado y el tonto del pueblo- más la supuesta abuela de Fátima, todos oriundos de Mal Paso, cosen vestiditos y peluquitas a una virgen que todavía no conocen, mientras envidian en secreto las visiones de Fátima. Ella llega a ese taller esperando encontrar respuestas. O tal vez reconstruir su última visión, la de su propia muerte. 

Como una postal barroca y bellamente kistch a la vez, se abre esta tragicomedia mística con una puesta que linda entre santuario-santería y taller de costura, donde cada recoveco aloja un adorno: vírgenes, velas, estampitas, rosarios de todos los colores colgados como cortinita junto a lucecitas navideñas, máquinas de coser, telas y tijeras, frasquitos con botones y también armas de fuego.

Los espectadores se convierten en testigos mudos de los procedimientos amorales y perversos a los que recurren las costureras para salir bien paradas económicamente ante el gran acontecimiento que se rumorea se avecina en el pueblo.

"La Virgencita del Mal paso". Dramaturgia y Dirección: Rodrigo Cuesta. Con Cokó Albarracín, Eva Bianco, Facundo Domínguez, Naty Díaz, Lucía Pihen, Ana Eloísa Ruiz, Ignacio Tamagno y Aimé Zárate.

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